que me invade el desespero
por esta horrible pesadilla,
que nos conduce al abismo.
Confieso que me rebelo,
cuando veo la triste miseria
caer sobre la muchedumbre,
hasta dejar el alma extenuada.
Confieso que es la inquietud,
ver a la gente gritar sus penas
pisoteada por el drama,
y a la política sin respuestas.
El futuro proyecta sombras
amarrado por los necios,
que envían a la gente al paro
y al banco sus casas.
Y luego llega la impotencia
¡la rabia!, ¡el dolor!, ¡el vacío!,
vivir en un ambiente inhóspito
sin medios para afrontar la vida.
Todo parece un espejismo
el reflejo de la sociedad,
que navega a la deriva
víctima de sus propias amarras.
El tiempo acumula sollozos
y cuando se llenan los bordes,
la marea enardecida agita sus olas
y su mar embravecido ¡estalla!.
Ricardo Miñana © 2012