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En la negrura de la noche
la belleza es el silencio
que luce el cielo en su girar
salvo el confuso fragor
que derraman las estrellas
en su espacio infinito.
La noche cae inmensa
moviendo sus sombras
que vuelan por el aire
como bullicio de almas
atrapadas en su mundo
invisibles a los ojos.
Perderse en otros mundos
con el misterio encantado
descubriendo el destino
plagado de sensaciones
enlazado a las incógnitas
donde la vida es deidad.
En la oscuridad soñada
la última luz del ocaso
donde el universo gira
y el enigma atesora
¡quizás todo sea un sueño!
donde nada es eterno.
Ricardo Miñana © 2012
Entre mis labios resecos
y tus invisibles besos
tan solo murmura el viento
cuando te deletreo.
Ni el recuerdo de tu aroma
ni el vacío que asola inerme
en cada palabra que escribo
derraman tanto desconcierto.
Y cada vez que mi alma
se cae en un espacio baldío
escucho la risa del viento
por estos tramos perdidos.
Y no veo futuros lejanos
detrás de esos horizontes
por los que se desliza el enigma
derivando hasta poniente.
Permanecer como un pájaro
viendo pasar el tiempo
recordando tus besos ciegos
desata la locura sin remedio.
A la sombra del silencio
pasan los días y las noches
sin saber si llegara el final
o nunca hubo un principio. Ricardo Miñana © 2012
Deambulando por las esquinas regreso a las ausencias a los colores del paisaje nocturno donde la noche tiene tu silencio entre la negrura de las sombras. Regreso a los sueños escritos donde el vacío transmite la memoria viva de tus huellas en estas noches solitarias entre destellos de las estrellas. Lanzo palabras nostálgicas al cristal de tu sonrisa donde brotan las emociones y la brisa de caricias de mis amores legendarios. El destino es incertidumbre anida los caprichos de la vida entre los secretos más dispares de los cielos de estas noches abiertos al abismo oscuro. La memoria derrama anhelos de palabras perforando versos bajo la luz de luna oscura y desde mis sueños a la deriva busco mi sombra extraviada. Ricardo Miñana © 2012
Arrancó el viento en furia rugiendo con fuerza mientras golpeaba a su paso por tierra, mar y aire recitando sus lamentos. El cielo entró en nostalgia recibió el desafío acumulando sollozos y al llenarse los bordes se derramaron las lluvias. El atardecer se iluminó entre rayos y relámpagos ofreciendo sus melodías y los bosques taciturnos agradecieron la contienda. Y mientras rugía el viento arreciaba la tormenta los relámpagos tronaban y la lluvia chapoteaba se empapo la risa y el llanto. Ricardo Miñana © 2012