y los pasos trémulos
un torrente enmudecía mi alma
sumergiéndola en las sombras.
Es el peso insondable del vacío
al mezclarse entre lamentos
y en su acontecer apremiante
el espíritu apaga la sonrisa.
Ni tan siquiera el silencio
ni la vasta lentitud de la noche
ni lanzado a las mareas del viento
calman este dolor que siento.
Ya no hubo sino melancolía
y desde el vuelo de la armonía
el vacío asedia cada noche
y las voces parecen quemadas.
Nada se mueve tras el afán
por este valle adormecido
y atrapado por la inquietud
tan solo en silencio resisto.
Y cuando asola lo intangible
camino a orillas de una ilusión
abrazado a sus colores
para encontrar la puerta de salida.
Ricardo Miñana © 2012